domingo, mayo 30, 2010

De streamings, twitter y redes sociales

La fama no existe; pasa que sólo a algunas personas las conocen más de la cuenta.

Las idolatran ciegamente y les prestan la confianza que hoy, se le deposita a cualquiera.

Es el mundo de Internet y su brazo altruista: las redes sociales, las cuales han ayudado a que los nuevos talentos se desprendan del monopolio televisivo. Esa empresa que dejó en el estrellato a sus últimos samurai: Franzanis, Sichels, Avellos, Ruminots, Freires y así, una larga lista de “teen-titans”. Ellos, mitad humanos, mitad medios de comunicación; mitad personas, mitad personajes.

El resto: mitad mortales comunes y corrientes, mitad estrellas hollywoodenses.

Tuiter, feisbuc, estrimin’ y tanta lesera dos-punto-cero ha embriagado a la gente con el cuento de que la trascendencia está en la pantalla de un computador. Para ellos, tan sólo basta una conexión a Internet y un teclado a prueba de tontos engrupidos.

Es que tener una cuenta en cualquiera de estas herramientas cooperativas, implica, una vez dentro, el escalar desde un oscuro anonimato, como cualquier campirano silvestre, a una pseudo-fama llena de luces y comentarios pichuleros de un público ficticio, de plástico, creado a medida… por tanto: un público falso.

Tenemos entonces, por un lado, una fanaticada por circunstancia y no por sentimiento o iniciativa. Por el otro, un referente auto-designado que amplifica su alcance a conveniencia.

De los que son realmente referentes, ya no hay.

Ya no quedan.

Si no se murieron, hoy prefieren renegar del espectador y esconderse en la jubilación anticipada o en proyectos personales, detrás del escenario, en otro lugar donde no sea juzgado por un público tan poco exigiente, tan facilista, tan simplón, tan falto de criterios básicos (en un mundo, donde lo básico es mero sentido común).

O bien, donde un ‘streaming’ con el concepto perogrullesco de “hablar como si estuviésemos sentados en el livin’ de la casa tomando unas piscolas” no parezca ser un esquema que rompió todos los cánones establecidos, respecto a la manera en que los contenidos pueden manipularse.

Las pelotas. La mejor prueba de que el público es responsable de la calidad de los medios de comunicación, es en el hoyo en que se está cayendo al avalar contenidos tan poco trabajados, tan simplistas y tan rebuscados como un programa transmitido por Internet, cuyos protagonistas es sólo gente con poca vergüenza y cuyo público, es gente con menos de aquello.

Posicionar a Camilo Chehade y a Rodrigo Pulgar; a Karen Paola, a pendejos alumbrados con complejo CQC o a cualquier oficinista ocioso, como ‘ejemplos’ o ‘modelos’ de una tendencia que, lamentablemente, se podría asegurar: es el paso previo a algo más, no es algo de lo que debamos sentirnos orgullosos. Lo más valorable acá es reconocer que tomaron el atajo que hace 10 años no estaba demarcado; la oportunidad que ni tontos ni inteligentes dudan en aprovechar.

El “streaming” es un auto-casting permanente. Un incipiente ejercicio que dejará a los pomposos productores televisivos y radiales en calidad de suches que acarrearán cafés, galletitas y mandados varios, como avisarle al chofer que vaya a buscar o a dejar a tal persona. Es el narcisismo, la arrogancia y el egocentrismo encarnados en “conductores” o “animadores” de “programas-improvisados-porque-la-improvisación-la-lleva-en-un-país-históricamente-burocrático-rígido-y-estructurado”.

Listo: transgredí todos los límites de la comunicación social chilena. Ámenme, véanme, coméntenme.

La estrella mediática ya no nace con un abrazo de Antonio Vodanovic. La estrella mediática se amasa, se aliña, se cocina y se sirve a sí misma. Un hábito, que al sumar todos sus factores individuales, da como resultado colectivo una bola de nieve más grande y sólida de lo que debería ser. Es decir, más y más streaming’s con gente cada vez menos agraciada y claramente: con menos vergüenza.

Digamos entonces que la fama de hoy ya no se gana por mérito, sino que sólo es mero efecto de pensar en esa canina reacción de “si él puede, yo también”. Y sería.

De ahí en adelante, la estupidez colectiva toma arte y parte de un preocupante asunto que nos llevará a encontrar “gracioso”, en su sentido más amplio, a más Bombos Ficas, Alvaritos Salas, Pablos Iglesias, Arturos Ruiz-Tagles y así, hasta encontrar dulce un pedazo de mierda.

Etiquetas: , , , , , ,



Comente, es gratis