Y dicha invasión no es novedosa sólo por el estilo y la moda que imponen, sino que también por el desnutrido y pobre ideario lingüístico e intelectual que nos ofrecen. Sólo basta con escuchar hablar a un pokemón y se darán cuenta de que resulta ser un cruel y crudo martirio para los oídos de quienes solemos ocupar el lenguaje de manera adecuada. Sin embargo, fuera de la poca aplicación de los recursos lingüísticos existentes de parte de esta sobrevalorada subcultura, la actitud de los jóvenes que se consideran pokemones se caracteriza principalmente por lo libertino y desvergonzado que son sus quehaceres.
Si usted pensaba que porque estos jóvenes carretean a las 3 de la tarde y vuelven sanitos y sobrios a sus casas a eso de las 8 de la noche son verdaderos santos… SE EQUIVOCA, las discos en donde se realizan estas fiestas se transforman en verdaderos templos del placer y la lujuria. Es que el poncear es uno de los hobby’s predilectos de estos interesantes entes, tan sólo considérese que si no atracan con más de 3 minas en una fiesta son vistos como una real vergüenza para su raza… En fin, costumbres de un pokemón que en la TV no tardan en ser juzgadas y criticadas por los opinólogos más conservadores.
Tema que se aborda erróneamente desde un punto de vista demasiado catastrófico, mostrando imágenes de jóvenes que insinúan cierto contacto sexual, ya sea con personas de su mismo sexo o bien… de su opuesto. Esto último, un punto de vista bastante retrógrado y extremadamente conservador, haciendo que esta desmesurada escandalización resulte ser realmente absurda si pensamos que estas actitudes se han dado desde hace mucho tiempo, inclusive, antes de que el “Wena Naty” se infiltrara en nuestro inconsciente colectivo.
Visto de la manera que sea, el fenómeno pokemón, como se apuntó anteriormente, está en su punto más álgido, a un nivel de sobreexposición que tarde o temprano terminará por chacrear todo este rescatable cuento de la diversidad que nos ofrecen las tribus urbanas. Lamentable por un lado y satisfactorio por otro, ya que si bien estas modas, las cuales, a la gran mayoría de la gallada no le cae de la mejor manera, analizando más profundamente, las tribus urbanas son -lo queramos o no- muestra de que la juventud de nuestros tiempos se muestra como quiere, libremente y sin tapujos, realidad que hace 20 o 30 años atrás hubiera sido una acción totalmente condenable e imposible de llevar a cabo.
Lo que vemos hoy en la TV es la etapa pre-mortem de una de las tendencias más representativas de la juventud chilena de nuestros tiempos, se aceleró la muerte de una moda que quizás hubiera perdurado durante un buen tiempo más de no ser por el implacable poder manipulativo que posee la televisión. Eso de mostrar este estilo en todos los canales, en todos los programas y a toda hora terminó por hostigar, saturar y aburrir al público en general, lo cuál, haciendo una no muy profunda predicción, traerá como consecuencia una irrevocable deserción pokemonística en los jóvenes que se consideraban como tales. Dado esto, si la fauna pokemona se llegase a extinguir... ¿Qué nos queda para la próxima vanguardia que se nos pegue a nosotros, los originales chilenos?, sin duda y después de todo… la vara quedó bastante alta.