Cada vez que se le pregunte a un joven sobre política, lo más probable es que éste responderá con un contundente y categórico: “no toy’ ni ahí“. ¿Qué quiere decir esto?: quiere decir que a la gran mayoría de los jóvenes chilenos no le interesa participar en esta supuesta democracia, ya sea por la desconfianza en los entes políticos, rechazo a la gestión de gobierno y oposición o simplemente por un verdadero desinterés por este tema. Sea cual sea la razón de este alejamiento entre juventud y política, las consecuencias que podría traer esta realidad no son para nada convenientes, tanto para el bien de la nación como también para la conveniencia de la oligarquía que nos gobierna.El escenario al que se enfrenta actualmente el mundo politiquero chileno no es uno de los mejores, sino que todo lo contrario, se encuentra en una situación bastante precaria. Tan solo basta con aludir algunas peculiaridades de los dos grandes conglomerados políticos existentes, los cuales no hacen más que colmar la paciencia de muchos millones de chilenos con descriteriadas actitudes, como el hecho de tener una oposición infructífera y resentida o un oficialismo incompetente y mediocre.Estas y muchas otras razones son suficientes para aducir la notoria desafección de las nuevas generaciones ante la realidad política vigente en nuestro país, dado esto, la juventud chilena se esta automarginando de la participación democrática de manera incuestionable como forma de expresar su enajenamiento ante esta problemática generalizada y que por cierto, podría traerle aciagas consecuencias a la estructura política nacional.Y si es por buscar causas a esta disonancia, disponemos de bastantes antecedentes para entender esta situación. En primer lugar, se establece que la desconfianza en las instituciones políticas y hacia quienes las integran es uno de los principales factores que gatillan la deserción de los jóvenes en la participación política. Según un estudio de los académicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Eduardo Candia y Marcelo Martínez, las instituciones en que menos confían los jóvenes son los partidos políticos, el Congreso Nacional, el sistema judicial, el gobierno y la municipalidad. Sin embargo, esto no causa extrañeza si consideramos los innumerables casos de desfalcos y fraudes que ha sufrido el estado, la corrupción, la falta de probidad en las autoridades y la mala aplicación de políticas públicas, hechos que no hacen más que decepcionar a la ciudadanía y provocar una especie de resentimiento, engaño o frustración al ver que nuestros gobernantes no están haciendo bien su trabajo.Otro factor que condiciona la participación de los jóvenes en la política, es la percepción que tienen sobre este concepto. Un estudio realizado por el INJUV (Instituto Nacional de la Juventud) el año 2006 sobre éste tema determinó los siguientes resultados: el 95% de los jóvenes considera que la política es una actividad que genera conflictos y divisiones y cuando se les consultó sobre la contemporaneidad de la política un 72% consideró que ésta se basa netamente en temas del pasado. Claramente, el enfoque que se le esta dando a la política en el país ha saturado de manera razonable al vulgo en general y he aquí las consecuencias. Sin embargo, fuera de todo cuestionamiento y por sobre toda falencia que la política pueda presentar, un 57% reconoce que ésta si influye de manera directa en sus vidas, mientras que un 43% piensa lo contrario. De acuerdo a esto último, podemos desprender que el problema no pasa por el concepto general de política sino que la disyuntiva es con quienes la practican.Por otro lado, el descontento y la desconfianza hacia las autoridades y políticos varios no es el único argumento que tienen los jóvenes para justificar esta automarginación del voto popular, sino que también el tema pasa por la falta de identidad política. Según la 4ª Encuesta Nacional de la Juventud (ENJ), el 74% del total de los jóvenes no se identifica con ningún conglomerado o tendencia política, ni tampoco con ningún partido asociado, es decir, nos encontramos en medio de un proceso de desertificación ideológica, lo cuál desencadena una fulminante pérdida de interés por parte de la población más joven sobre asuntos esenciales para la organización política del país.Las cifras antes mencionadas no se quedan solo en eso, ya que esta realidad se expresa tangiblemente en el notorio déficit de inscripciones en el registro electoral. Consideremos que en 1988 la cantidad de jóvenes inscritos habilitados para ejercer el derecho a sufragio era de 2.676.878 personas, en 1996 las estadísticas indicaban que habían 1.798.274 jóvenes inscritos en el registro electoral, ya en el 2004 eran solo 714.596 jóvenes los inscritos, actualmente, la cifra no pasa los 500.000 según las estadísticas del SERVEL (Servicio Electoral). Tal como se observa, el paradigma político en función a esta realidad no es para nada optimista, ya que según los datos, la curva indicaría que para el 2010 prácticamente no habría ningún joven inscrito en los registros electorales… una interesante paradoja considerando que para esa fecha estaríamos celebrando lo que es el Bicentenario de nuestra nación.Así, a estas alturas ya es habitual -e imprescindible- el escuchar en los discursos de los pre-candidatos presidenciales -asumidos o no- palabras de incentivo para una juventud que le es ajeno todo tema que tenga que ver con política, estado, organización social o cualquier concepto relacionado. Y claramente, dichas palabras no son para nada en vano, ya que, tal como podemos apreciar a las nuevas generaciones ya no le venden la pomada, sin embargo, si se espera algún cambio para que el número de votantes vuelva a subir, éste no vendrá precisamente de parte de la ciudadanía, sino que la tarea de convencer y persuadir de forma sensata y sincera a estos jóvenes correrá por cuenta de los mismos políticos. Tarea no menos importante si se desea recuperar una buena cantidad de sufragios, considerando además, que en 1992 el peso total del voto de jóvenes entre 18 y 29 años respecto al total de votaciones en las elecciones oscilaba entre el 30 y el 35%, actualmente, éste no pasa el 9% del total.Luego de ya enterarnos de la situación por la que pasa la política chilena es preciso analizar la siguiente pregunta: ¿será la inscripción automática la solución para mitigar este progresivo déficit en la población votante del país? Claramente, el problema es mucho más de fondo. No basta con automatizar las inscripciones si no vemos un real compromiso de la clase política a mejorar la situación social que agobia a gran parte del país. En síntesis, dicha “solución” -muy entrecomillas- vendría siendo el camino más fácil para cualquier candidato que intente vendernos la pomada.Ya esta dicho y es algo totalmente comprobable, ya no nos vienen con cuentos, ya no nos meten el dedo en la boca, ya no es tan fácil convencer a esta juventud con demagogias, mentiras y falsas promesas y es claro que estamos concientes de la realidad que vive el país, sin embargo, este crudo panorama que le depara a la política chilensis no es más que una muestra del potencial que podemos tener los jóvenes. Ahora el ganarse un voto requerirá no solo de una infinidad de buenas intenciones, sino que también del compromiso y las reales ganas de sacar a este país adelante. Después de todo, somos nosotros mismos quienes tenemos la facultad de otorgarles el puesto a los políticos, pero si estos no hacen bien su trabajo, según la lógica, se les debería despedir. ¿Cómo podemos hacer eso nosotros?, simple, inscribiéndonos en los registros electorales para cumplir con nuestra labor ciudadana, pero… votando nulo.Así, de esta manera, estaríamos contribuyendo a generar un estado de catarsis para eliminar toda esa mala leche de la que tanto abunda en el Palacio de La Moneda, el Congreso Nacional y en todos los reductos políticos existentes en nuestro país.
Nota del editor: Debido a los efectos que conlleva el estar a menos de un mes antes de la PSU, su fiel escritor, 10am, o conocido en el mundo formal como Alejandro González Huerta, se tomará un receso hasta el día 5 de Diciembre del 2007, para irme de vacaciones a Cancún antes de rendir la prueba y así poder tener un momento de distensión ante tal acontecimiento que se nos viene encima a mi y a cientos de miles de jóvenes de este hermoso país.
De antemano, muchas gracias.